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Clara Grima: Tú la tienes más larga pero yo la tengo más gorda

¿A qué les suena este tipo de argumentos? Ajá. A patio de colegio, a ducha de gimnasio y sí, efectivamente, a los comunicados de los partidos políticos tras los escrutinios electorales. Todos han ganado, ninguno ha perdido. Qué habilidad, hijo…

Bueno, esto también podría sonar a las explicaciones de los datos relacionados con el desempleo. Depende de si el político que los presenta está en el gobierno o en la oposición son positivos o negativos.

Y, posiblemente, siempre tengan razón.

No, no me he vuelto loca. El truco está en usar más de un dato numérico cuando se presentan los resultados. Como dice el título, si tú presumes de larga, yo presumo de gorda, y solo nos ganará alguien que la tenga más larga y más gorda. En este ejemplo tan castizo estamos comparando dos datos: la longitud y el diámetro de lo que sea. Y si tenemos dos individuos, A y B, y representamos gráficamente las medidas, longitud y diámetro, tendríamos algo así:

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pareto_1

El A es el de la gordita y el B el de la larga. Evidentemente, al presentar estos datos, el A incidirá en que lo importante es el grosor y el B en que lo importante es llegar más lejos. Les suena, ¿verdad?

Si en la comparación aparecen otros individuos, por ejemplo, como en la siguiente ilustración, cuyas medidas queden en la zona sombreada, tendrá que quedarse callado en el debate, puesto que o bien A, o bien B, o bien los dos, le ganan en ambos datos.

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pareto_2

Al individuo 1, le gana A en todo porque la tiene más larga y más gorda que él. Al individuo 3 le gana B en todo, y al 2 le ganan en todo tanto A como B. Estos son los que no salen a hacer declaraciones tras los escrutinios. No, qué va, en la práctica, estos encuentran otro dato para comparar. Yo qué sé, que la tienen más rosadita. No, no estoy pensando en ningún logo político con el mencionado color.

Sigo, que me derivo.

Sin embargo, si aparece un nuevo individuo, C, como muestra la ilustración siguiente, puede creerse mejor que A, porque la tiene más larga y/o mejor que B, porque la tiene más gorda.

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pareto_3

Así las cosas, con estos tres elementos y usando las dos medidas que estamos usando, ninguno de los tres es mejor que el otro. Son lo que se conoce como óptimos de Pareto. No son óptimos absolutos, como hemos visto, porque ninguno le gana a otro, pero son los mejores en su rectángulo de influencia. Y puede haber muchos óptimos diferentes, tres, cuatro, o los que hagan falta, nada de miserias.

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pareto_4

Los óptimos de Pareto y las mejoras de Pareto son conceptos que se usan para cosas con más transcendencia que la del ejemplo que hemos usado, sobre todo en economía, ingeniería y ciencias sociales. Aunque, la clase política, como he dicho, también le pega fuerte al tema.

¿Qué es una mejora de Pareto? Imaginemos que en un grupo humano, alguien mejora, no sé, sus cuentas bancarias sin perjudicar al resto. Eso es una mejora de Pareto. Solo para uno, eso sí, pero sin perjudicar al resto. Si, por el contrario, el hecho de que un individuo incremente su saldo bancario supone un perjuicio para el resto de la comunidad, por ser dinero público, por ejemplo, no supone una mejora de este tipo. En el caso de que ninguno de la comunidad a estudio pueda mejorar su situación económica sin perjudicar a nadie, estaremos ante un óptimo de Pareto. No hay mejoras posibles, cualquier mejora perjudica a alguien.

Es esta una sensación que, a nivel personal, también sentimos a veces, ¿no? Estar en un óptimo de Pareto: cualquier movimiento que hagas para mejorar en algún sentido, provocaría el detrimento de otro aspecto importante… Ay… Lo malo es que, a veces, estamos en una posición de zugzwang y no tenemos más remedio que mover pieza, salga el sol por donde salga. Siempre nos quedará el «¡a la mierda!» al estilo de don Fernando para, al menos, desahogarnos mientras lo hacemos.

Sigo, que ahora sí que me estoy derivando.

Estoy casi segura de que también todos hemos usado alguna vez este tipo de razonamientos al hacer una compra o inversión importante, no sé, ¿un teléfono? Si te sobra el dinero te comprarás el que más te guste por su eficiencia, diseño y tal. Pero en otro caso, mides varios parámetros a la vez. No siempre el más caro es el más potente, puede que, simplemente sea más cool, que es otro criterio a tener en cuenta, oye, que no se me enfaden los de la manzanita.

Evidentemente, las decisiones, económicas o personales, serían mucho más fáciles si solo dependieran de un parámetro. Y la evaluación de la gestión de un gobierno, también. Pero no, nuestros políticos tiene la mañita de usar más de un criterio para presentarnos las cosas como más les conviene. Si tenemos un solo criterio, siempre se puede ordenar para comparar, pero si tenemos dos o más pueden existir muchos óptimos, como hemos visto con lo de la gorda y la larga.

Supongamos que una ministra tiene que dar unos datos del paro muy malos, por ejemplo, que en los últimos doce meses se han sumado a la lista de paro 73.149 ciudadanos y que en la Seguridad Social hay 99.069 inscritos menos que hace un mes. ¿Cómo nos lo contaría? Exacto: «cuando se conozcan oficialmente los datos de empleo, vamos a tener el mejor mes de agosto desde el año 2000». Sí, exactamente , 31 parados menos. Menudo cinturazo, ¿no?

Los datos que siguen un solo criterio siempre son ordenables, o hay más o hay menos parados. No busques más que no hay, como decía mi paisano Silvio. Mi propuesta, por lo tanto, sería: que ante cualquier fenómeno económico, paro, inflación, exportaciones, etc., el gobierno (y la oposición) se pusieran de acuerdo a priori sobre un único parámetro que midiera dicho fenómeno a la hora de hacer las valoraciones y que se fijen, también a priori, los datos (paro del mismo mes del año anterior, incremento anual, etc.) que van a acompañar a dicho parámetro para obtener una información más detallada.

Pero ningún político está dispuesto a admitir que lo está haciendo mal, tendría que dimitir y eso es impensable, al menos en el gobierno actual (no hay que olvidar que el mismo partido que sustenta al gobierno actual y que no ve motivo de dimisión por ninguna de las tropelías que cometen a diario, fue el mismo que exigió y consiguió que un ministro de justicia dimitiera por coincidir en una cacería con determinado juez), así que lo que hace es acordarse de Pareto: si ante un criterio salimos mal parados, consideramos otro criterio, o tantos como nos haga falta, para que nuestra mala gestión quede disimulada ante otros criterios. Para ser justo también habría que decir que la oposición o los sindicatos igualmente utilizan la misma táctica pero a la inversa para justificar que los datos son malos.

Si jugamos a este juego, al de compararnos con distintos parámetros como nos apetezca, alguien podría preguntarse por qué seguimos adelante con la candidatura olímpica si, aunque nosotros tuviésemos más infraestructuras terminadas, es sabido que ellos preparan mejor el sashimi. Suena absurdo, ¿verdad?

Lástima que no les podamos mandar esas infraestructuras a Tokio para que aprovechen nuestra inversión, de la misma forma que mandamos a países interesados en la ciencia a los científicos que hemos formado en nuestra amado país.


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